Libros Comunión de Gracia La Resurrección: Una Promesa Cumplida | Page 37
Celebrar la Resurrección de Jesús
La fertilidad es algo que Dios mismo ordenó. Le dijo a Adán y a Eva que
fueran fecundos y se multiplicaran (Génesis 1:28). Los hijos son una bendi-
ción del Señor. También son la abundancia de ganado y pescados. La habili-
dad de la vida de reproducirse es un gran y necesario don de Dios para que
podamos vivir nuestras vidas físicas.
Los antiguos no estaban equivocados al entender el papel clave de la fer-
tilidad en la vida, ni en saber que el sexo y la reproducción son dones de
Dios. En lo que erraron fue en adorar lo creado en vez de al Creador, y des-
pués adorar en maneras que eran abominables para Dios; tales como en
juergas de fertilidad, que incluían la prostitución del templo.
Pero no hay nada inherente malo con los huevos o los conejos. Cuando
se asocian con la pascua, ninguno se usa de la manera como los paganos
pudieron usarlos. De hecho, en tiempos modernos no se piensa de los hue-
vos como si fueran algo religioso. La fiesta de esconder huevos es simple-
mente un tiempo secular de diversión para los niños y nada más. Ponemos
conejos de chocolate en canastas de pascua, pero no tienen ninguna asocia-
ción cristiana religiosa. Además, la conexión pagana simplemente ya no exis-
te. No es necesario ver a los huevos de pascua o a los conejos como malos,
porque Dios los creó a ambos.
La celebración del Domingo de Resurrección
no está en la Biblia
Otra objeción a la observancia del Domingo de Resurrección que hacen
algunos es que ésta no se menciona en la Biblia. Algunas personas creen que
no debemos apartar ningún día de adoración a no ser que sea específica-
mente ordenado en la Biblia. Ya que no hay un ejemplo directo de la iglesia
celebrando la resurrección en el Domingo de Resurrección, estas personas
dicen que no debemos hacerlo.
Por supuesto, no hay ningún mandamiento en el Nuevo Testamento de
celebrar la resurrección de Jesús. No obstante, tampoco hay un mandamien-
to que diga que no se debe celebrar o conmemorar. Considere esto. Si sólo
pudiéramos observar los tiempos de adoración religiosa que el Nuevo Tes-
tamento menciona específicamente, entonces no podríamos hacer casi nada
en términos de adoración y ceremonia cristiana. Por ejemplo, ninguno de los
apóstoles figura oficiando una ceremonia matrimonial o un entierro. No hay
ningún ejemplo de los servicios de la iglesia tal como los tenemos en nues-
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