Libro | Page 30

Diferentes comienzos para un mismo desenlace

Una triste historia de amor

Hace aproximadamente unos cincuenta años atrás, en un pueblo llamado Tehuén, el cual era muy pequeño, vivía una joven, María. Ella trabajaba de mesera en la cantina de don Alfio, su vecino de toda la vida, al cual apreciaba y admiraba mucho.

La cantina estaba en el centro del pueblo, justo enfrente de un viejo teatro donde los dueños de grandes fábricas se juntaban a hablar de negocios y demás, con otros dueños de otros pueblos. Luego de cada reunión terminaban comiendo o tomando algo en la cantina. Un día don Alfio le comentó a María que llegaría el dueño de una importante fábrica y que luego de aquella reunión, comerían allí. Le dijo a María muy serio que no se equivocara en nada y que se encargara absolutamente de él.

Llegó el día, María estaba nerviosa detrás del mostrador esperando que entrara ese señor tan importante del que todos hablaban. Se metió en la cocina para poder tranquilizarse. De pronto, escuchó el sonido de la puerta, alterada y con prisa salió de allí y se chocó con él; rápidamente se miraron ambos y lo hicieron por varios segundos. María, luego de la profunda mirada de aquel hombre, se puso más nerviosa de lo que estaba, pero aún así recordó lo que le había dicho don Alfio; con nervios y todo comenzó a trabajar solamente atendiéndolo a él. Aquel joven muchacho no le sacaba la mirada de encima y ella cada vez se ponía peor de nerviosa, en un momento tropezó con el escalón que estaba entre el mostrador y el salón. El muchacho saltó de la mesa y corrió adonde ella había caído, la levantó, la miró y le dijo que lo disculpara por ponerla incómoda y que por favor aceptara esa noche tomar algo ya que él iba a quedarse varios días en el pueblo. María no entendía nada de lo que estaba pasando y tampoco creía que un hombre tan apuesto la estuviera invitando a tomar algo. Ella lo miró a don Alfio y él con sus manos le hizo señas de que dijera que sí. Entonces confundida le contestó que sí al joven y este con una hermosa sonrisa le dijo que se llamaba Facundo, y ella con muchos nervios le aclaró: “Yo, María.”

Terminó el horario de trabajo de María. Facundo estaba afuera esperándola tal y como le había dicho. Entraron y pidieron de tomar, hablaron toda la noche.Facundo le comentó que había comprado la fábrica que estaba en su pueblo y que por ese motivo se iba a instalar en Tehuén.

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