Libro Medicina Basada en Evidencias MBE Alberto Narvaez | Page 52
Lectura. Un paciente impertinente
HISTORIA
Adaptado del curso de MBE-Universidad Autónoma de Barcelona. España, 2012
Fernando Puente tiene 45 años y trabaja como ingeniero informático en el Ministerio de
Relaciones Laborales. Desde siempre ha llevado una actividad incesante en todos los
terrenos: juega fútbol, hace excursionismo, pertenece a un trío musical. Tiene una hija de
15 años, un perro sin pedigrí, un automóvil pequeño y una casa propia. Es una persona
franca y de carácter práctico, algo necio.
En general se ha encontrado siempre bien de salud. Fuma más de un paquete al día desde
su juventud y bebe con los amigos, pero sin pasarse. Le operaron de hemorroides hace ya
unos años y ha presentado algún episodio de lumbalgia y pocas dolencias temporales.
Hace un par de meses comenzó su actual problema. Empezó a notar ardores en el estómago
convertidos después en un dolor bastante intenso. Tras probar con el antiácido que le
recomendó un amigo del trabajo, acudió al médico de su trabajo, el Dr. Álvarez. Éste le
recetó un analgésico y le intentó tranquilizar, pero constató que últimamente había perdido
peso y no tenía tanto apetito. Cuando le remitió al hospital del IESS y le explicó que debía
realizarse una gastroscopia, le dijo que probablemente tenía una úlcera gástrica, por lo que
Fernando no se preocupó en exceso. Él mismo ya había sospechado algo así, aunque le
intranquilizaba que el dolor hubiera menguado muy poco con la medicación.
Todo lo que vino después sucedió como un torbellino: las molestias de la gastrosco pia, la
incierta espera de los resultados durante varias semanas, la cara de preocupación del Dr.
Álvarez comunicándole que tenía un cáncer de estómago; el ingreso en el hospital al cabo
de unos días, las numerosas pruebas diagnósticas, la intervención quirúrgica, la angustia de
la familia; el post-operatorio.
No era demasiado religioso, pero aceptó resignadamente lo que le había tocado, aunque no
podía dejar de pensar en ello. Se dijo que la partida no estaba perdida y que había que
jugar todas las cartas. En casa y para tener la sensación de que encaraba el reto que tenía
ante sí, se entretuvo casi dos días navegando por Internet. Pronto se movió hábilmente por
las páginas web de medicina de todo el mundo y pudo comprobar que existían
numerosísimas referencias sobre el cáncer de estómago y que, aparentemente, eran muy
contradictorias.
Se le realizó la cirugía y después de ella el cirujano estaba contento. Le dijo a Fernando
que solamente le habían extirpado una parte del estómago y que los ganglios y la grasa de
la pieza estaban limpios, aunque le enviaba a Oncología para que valoraran el tratamiento a
seguir.
El oncólogo que le tocó (Dr. Figueroa era su nombre) tenía alrededor de los 52 años. A
Fernando le sorprendió que le hablara del tumor y no se refiriera en ningún momento a la
palabra cáncer, hasta el extremo que se lo preguntó directamente.
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