Libro Medicina Basada en Evidencias MBE Alberto Narvaez | Page 16

familiar próximo en el que hubo que recurrir a la opinión de hasta 6 supuestos expertos antes de decidir, no sin muchas incertidumbres por las informaciones contradictorias, no dejarse operar y colocar la prótesis, muy cara por cierto, que en un principio se le proponía por parte de un "prestigioso" cirujano ortopeda del seguro al que estaba asociado. ¿Por qué, entonces, no aceptar que Fernando tuviera las mismas dudas y recelos? De hecho, su actitud y tono habían sido en todo momento correctos. ¿Acaso no es una actitud lógica exigir garantías? Mientras pensaba en todo ello, refresco en mano se sentó a su lado el Dr. Martínez, especialista en reumatología. Aunque era algo mayor que él, mantenían muy buena relación. El Dr. Figuera le mostraba consideración y respeto, no sólo por sus sólidos conocimientos sino también por su ecuanimidad, prudencia y sensatez. Tras saludarse mutuamente con cordialidad, el Dr. Figuera no pudo contenerse de contarle la "anécdota" que había vivido en la consulta con Fernando. Después de escucharle atentamente, el Dr. Martínez sentenció: -"En definitiva, tu paciente te está solicitando que le muestres cuáles son las evidencias de aquello que le propones". -"¿Evidencias? ¿A qué evidencias te refieres?", contestó impulsivamente el Dr. Figuera. Pensando en el prestigio académico de un hospital universitario como aquél en el que ejercían ambos su profesión, continuó: "Parto de la base de que lo que hacemos aquí, como en otros hospitales de categoría similar, los tratamientos que prescribimos, los consejos que les damos a los pacientes y a sus familiares, los protocolos que aplicamos, son incuestionables. ¿Cómo vamos a cuestionar ahora tanto esfuerzo y rigor intelectual invertido durante décadas en ello? Vamos a congresos, tratamos de leer por lo menos aquello que parece más relevante y novedoso, nos esforzamos por estar al día, ¿acaso todo esto no nos permite asegurar que nuestra práctica esté actualizada?". -"Bien, por mucho que nos cueste aceptarlo, en cierto sentido no existe demasiada diferencia entre lo que nuestros pacientes exigen de nosotros y los clientes que acuden al vendedor de automóviles de aquí al lado. Antes de comprar, ellos le exigen que exponga fiel y detalladamente todos los pros y contras (en velocidad, consumo, costo, accesorios, etc.) y si no les convence se van. Del mismo modo, nuestros pacientes exigen de nosotros argumentos y pruebas suficientemente convincentes. Además, creo que el paciente tiene todo el derecho, no sólo legal sino también moral, de exigirlo", concluyó el Dr. Martínez. En el fondo, el Dr. Martínez no estaba tan en desacuerdo con este planteamiento. De hallarse él en una situación semejante, probablemente actuaría igual que Fernando. En realidad, lo que le perturbaba era la inseguridad que uno siente cuando se cuestiona la solidez de aquello en lo que uno cree. La sola posibilidad de que los argumentos que uno toma para fundamentar sus propias pautas de conducta sean falaces o, cuanto menos inexactos, genera cierta ansiedad y desasosiego. ¡Y 14