Libro Medicina Basada en Evidencias MBE Alberto Narvaez | Page 14

-"Pero..., pero... bueno... ¡lo que me pide es imposible! ¿Cómo voy a tener aquí, esperándole, toda la información existente sobre este tema? ¡Qué más quisiéramos nosotros que tenerla tan a mano!” -"No lo veo tan difícil, porque el computador de hace 2 años que tiene detrás de usted le podría ayudar bastante, pero por algo será que lo tiene apagado... Quizá lo mío sea deformación profesional, pero mire lo que he conseguido yo" le dijo Fernando mientras sacaba un fajo de artículos impresos de su portafolio. -"La verdad, no sé si le ayuda obsesionarse con esto", le respondió el oncólogo una vez hubo ojeado un poco y guardado los materiales que le mostraba el paciente, tiempo que aprovechó para pensar mejor cómo continuar. "Se trata de artículos científicos que no puede entender cualquiera, sobre todo los profanos como usted. Esta es una información de mucha complejidad escrita por médicos para médicos. Si uno no está bien preparado, puede llegar fácilmente a conclusiones falsas". -"Por este motivo le he traído esta información, por si le puede ayudar en la búsqueda de las pruebas que le pido. Usted es el experto y yo el profano y precisamente por eso necesito que me lo explique bien. No espere de mí un cheque en blanco, porque una cosa es ser profano y otra bien distinta ser tonto. Yo no me voy a contentar con un espejito ("en qué estaría yo pensando)", se recriminó Fernando): “quiero que me demuestre que el tratamiento que me propone funciona. Una vez convencido, empezamos cuando quiera. Si no lo consigue, no me trato y fin de la historia". Fuera ya de la consulta, Fernando tuvo que lidiar con la indignación de su mujer, que pensaba que se había sobrepasado. -"Si no confías en él, te buscas otro y en paz. Pero no tienes ningún derecho a ponerle en semejante aprieto. Seguro que si se hubiera tratado de su jefe no te habrías atrevido" -"¡Te equivocas, Maribel, como si no me conocieras! Con el jefe habría sido peor porque él se hubiera puesto gallito y yo le hubiera llamado hechicero antes de largarme! ¡A ver si te crees que me voy a dejar poner cualquier cosa si no me lo justifican bien! ¡Se trata de mi vida y no de la suya!". En el interior del consultorio, el Dr. Figuera se lamentaba, compungido, de su mala suerte al tocarle un paciente así y se preguntaba ¿qué hacer ahora para hacer