Libro Medicina Basada en Evidencias MBE Alberto Narvaez | Page 12
Lo anterior, tiene como objetivo recordar los principios que todo profesional de la
medicina debe tomar en cuenta como contexto para entender el texto que se
presentan en la siguiente sección sobre lo que se conoce como Medicina Basada en la
Evidencia.
Lectura 3.1. Un paciente impertinente
HISTORIA
Adaptado del curso de MBE-Universidad Autónoma de Barcelona. España,
2012
Fernando Puente tiene 45 años y trabaja como ingeniero informático en el
Ministerio de Relaciones Laborales. Desde siempre ha llevado una actividad
incesante en todos los terrenos: juega fútbol, hace excursionismo, pertenece a un
trío musical. Tiene una hija de 15 años, un perro sin pedigrí, un automóvil pequeño
y una casa propia. Es una persona franca y de carácter práctico, algo necio.
En general se ha encontrado siempre bien de salud. Fuma más de un paquete al día
desde su juventud y bebe con los amigos, pero sin pasarse. Le operaron de
hemorroides hace ya unos años y ha presentado algún episodio de lumbalgia y
pocas dolencias temporales.
Hace un par de meses comenzó su actual problema. Empezó a notar ardores en el
estómago convertidos después en un dolor bastante intenso. Tras probar con el
antiácido que le recomendó un amigo del trabajo, acudió al médico de su trabajo,
el Dr. Álvarez. Éste le recetó un analgésico y le intentó tranquilizar, pero constató
que últimamente había perdido peso y no tenía tanto apetito. Cuando le remitió al
hospital del IESS y le explicó que debía realizarse una gastroscopia, le dijo que
probablemente tenía una úlcera gástrica, por lo que Fernando no se preocupó en
exceso. Él mismo ya había sospechado algo así, aunque le intranquilizaba que el
dolor hubiera menguado muy poco con la medicación.
Todo lo que vino después sucedió como un torbellino: las molestias de la
gastroscopia, la incierta espera de los resultados durante varias semanas, la cara de
preocupación del Dr. Álvarez comunicándole que tenía un cáncer de estómago; el
ingreso en el hospital al cabo de unos días, las numerosas pruebas diagnósticas, la
intervención quirúrgica, la angustia de la familia; el post-ope ratorio.
No era demasiado religioso, pero aceptó resignadamente lo que le había tocado,
aunque no podía dejar de pensar en ello. Se dijo que la partida no estaba perdida y
que había que jugar todas las cartas. En casa y para tener la sensación de que
encaraba el reto que tenía ante sí, se entretuvo casi dos días navegando por
Internet. Pronto se movió hábilmente por las páginas web de medicina de todo el
mundo y pudo comprobar que existían numerosísimas referencias sobre el cáncer
de estómago y que, aparentemente, eran muy contradictorias.
Se le realizó la cirugía y después de ella el cirujano estaba contento. Le dijo a
Fernando que solamente le habían extirpado una parte del estómago y que los
ganglios y la grasa de la pieza estaban limpios, aunque le enviaba a On cología para
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