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I amigo Leoncio Alvarez, presidente de la Asociación
Universitaria Cuzqueña, me pide que publique en
Lima mi parecer sobre el sitio que ha de ocupar en el
Cuzco la estatua de Manco Cápac. Aunque ya no son muy
recientes mis recuerdos sobre la metrópoli incaica, y es
fácil que por lo mismo no aprecie bien distancias y pers-
pectivas, procuraré en este artículo fundar la opinión que
emití en privado, y satisfacer así la lisonjera consulta de
mis amigos cuzqueños.
Para colocar el monumento en la Plaza Mayor, hallo
en primer término un inconveniente grave: la gran exten-
sión de ésta. Una estatua de mediano tamaño quedaría muy
desairada en espacio tan anchuroso y ante las moles de la
Catedral y la Compañía i y como ha de ser indispensable
estatua de bronce, único material adecuado para represen-
tar al soberano indio, dudo que los fondos disponibles
sean bastantes para la altura y proporciones que la ubica-
ción de la Plaza requeriría. Pero hay otro argumento esen-