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JosÉ
DE LA RIVA-AGÜERO
Es absurdo y aún parece mentira chistosa, que a
quien ha escrito lo anteriormente citado se atrevan a pre-
sentarlo como a un necio europeista intolerante, y no ya
como a un hispano o hispanófilo (que todos los buenos
peruanos, algo inteligentes y lógicos, 10 somos, en alma
y cultura, en la porción capital principalísima), sino a un
peninsularista risiblemente exótico, fanático y cerril, ene-
migo y despreciador de sus compatriotas y hermanos. Esas
wn las caricaturescas deformaciones de la realidad, cuan-
do se reflejan en entendimientos confusos, alterados por
noticias paupérrimas y aviesas. ¿Quién se las habrá su-
ministrado tan torcidas al buen Mr. Pattee, que hasta en
Lima estuvo? De seguro que no habrían sido mis amigos,
ni tampoco adversarios decentes, de los que tantas veces
han solido rendirme justicia. Mr. Pattee ha cometido el
desacierto de buscar muy abajo sus guías, quizá en las
esferas de los ruines demagogos pseudo pensantes, donde
sólo bullen la ignorancia y la malevolencia. Sistema peli-
groso, principalmente si al generalizarse, continúa apli-
cándose a otros, porque frustrará de seguro la compren-
sión