Libro digital 1 TOMO-5 | Page 452

408 JosÉ DE LA RIVA-AGÜERO La diferencia entre la II y la y y también la s sil- bante se conservan en la Sierra, fortificadas por antece- dentes indígenas. En la Costa, más españolizada, se per- dieron, por seguir la dirección materna sevillana. Lo mis- mo puede decirse del leísmo y del loísmo. Muchas de nuestras peculiaridades son meros arcaís- mos, retenidos en nuestro medio colonial desde el tiempo de los conquistadores. Así trebejos por trastos, catay por he ahí ¡ la segunda persona del singular con s: hablaste s , dijistes ¡ y otras muchas formas caídas en desuso en el lenguaje culto: agora, arrempujar, naide, meS'mo, dende, tecebir, escrebir, endenates, truje, vide 1 el régimen de en- trar a, en vez de entrar en etc. Igualmente se advierten cambios de letras como alberja en lugar de arbeja, ñato en vez de chato, etc. No obstante estos cambios y mu- chos criollismos, venidos del quechua en su mayoría, y de algún empobrecimiento de léxico y abuso de diminu- tivos, el castellano en el Perú se conserva bastante cas