EL IMPERIO INCAICO
2,95
por títulos laudatarios o de protocolo que le aplicaba el
ritual cortesano, o por apodos provenientes de sus parti-
cularidades físicas o de las hazañas de su reinado. Esta
multiplicidad o variación de nombres, que acarrea bastante
confusión, es muy general en los imperios primitivos, co-
mo en Egipto y la China, y se observa en el régimen mo-
nárquico dondequiera.
Quinto.-No eran los primeros Incas los curacas me-
diocres y desdeñables que se complace en alegar la escuela
pseudocrítica moderna. Muchos cronistas, y algunos muy
abonados, les atribuyen haber emprendido grandes cons-
trucciones, como las del Sajsayhuaman, del Coricancha, los
museos de Coracora, Jatunrumioj y Yachahuasi, fortines
por el Vilcanota y la gran calzada del Contisuyo. Todas
estas construcciones, cuando menos iniciadas, suponen re-
cursos y población correspondiente a un territorio ya muy
vasto, y no se explican si los Incas no contaban con más
súbditos que los del exiguo cantón o distrito cuzqueño.
Sexto.-Las conquistas de los referidos siete Incas pri-
meros, algunas de las cuales han debido momentáneamen-
te de perderse y ser recuperados por sus sucesores, se ol-
vidaron o se transfirieron en la versión oficial y la voz
popular a los últimos soberanos, como tiene que ocurrir en
toda historia leyendaria y en pueblos bárbaros, de medios
mnemónicos deficientes. Recordamos que el mismo Cieza,
columna de la escuela pseudocrítica, ha comprendido y
expresado que la escasez de relatos sobre los primeros re-
yes Incas se debía, no a inercia e insignificancia de ellos,
sino a haberlos preterido por muy antiguos la débil reten-
tiva popular (Señorío, cap. IX). No olvidemos que en la
inmensa historia egipcia (tan análoga a la nuestra incaica
que aparece ésta a menudo como su fiel miniatura, y por
eso necesito citar aquélla a cada paso), el insigne conquis-
tador Tutmosis III, desapereció de las leyendas, y sus
conquistas y templos se atribuyeron en muchos casos a