EL IMPERIO INCAICO
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el Perú heredaban los nombres de su antepasados pater-
nos. Lo comprueba el caso de Huamán Poma de Ayala,
el recién descubierto cronista, y 10 corroboran las tantas
veces citadas Informaciones de Toledo. Por ejemplo, en
la de Jauja, el curaca D. Alonso Puma Hualla era hijo de
1-luamanchi 1-lualla, nieto de Sajsa Huaman y bisnieto de
Apu Hualla. Aquí está presente 10 que apuntamos sobre
la sucesión alternada de los apellidos paternos, como en
los castellanos medioevales. El curaca D. Diego Rucana
de Hurinhuanca, era hijo y nieto de otros del apellido
Rucana. Puma era nieto de un Puma; Huaman de Hua-
manga, hijo de Astur y nieto de Huaman Astu. D. Dieg0
Antihuallpa, gobernador de Antisuyu, era nieto de Purum
1-luallpa Sujsu. Los que no continúan los apellidos del
padre o del abuelo, declaran, no obstante, su filiación pa-
terna y que por ella heredaron sus curacazgos. Con la
poligamia existente, es claro que tenían que variar los
nombres de los muy numerosos hijos, para evitar confu-
siones; pero siempre se advierte el retomo a los apellidos
del tronco paterno. En el ayllo imperial de Yáhuar Huájaj,
llamado Aucalli Panaca, uno de los parientes mayores, al
tiempo de Virrey Toledo, se llamaba D. Gonzalo Páucar
Aucalli, porque el hijo mayor de Yahuar Huájaj excluído del
trono y encargado de la panaca o cofradía, se llamó Páucar.
En vista de todos estos datos, hay que concluír que entre
los Incas, y entre los quechuas generalmente, existió la filia-
ción paterna, con preferencia a la materna, la cual era te-
nida en cuenta de manera accesoria. Cuando los incas
relataban sus leyendas, ponían en primer término a los
héroes varones; y esto a tal punto que, hablando de la
prueba de las tierras con la estaca de oro para fundar el
Cuzco, los orejones declarantes corrigieron el texto de
Navamuel y de Sarmiento, para atribuir la fundación a
Manco Cápac ante todo (Sarmiento, edición Berlín, 1906,
cap. 13, pág. 38). El predominio del sistema patriarcal