Libro digital 1 TOMO-5 | Page 168

140 JosÉ DE LA RIVA-AGÜERO del Inca D. Alonso Túpac Atau, que debe ser decisivo, y que atestiguó ser el dialecto cortesano el mismo propio del distrito de Pacaritambo, de donde eran originarios los 1ncas 60. Y hay otro texto importantísimo, en la Relación del Oidor D. Fernando de Santillán, por el que se expre- sa que el idioma particular y naturat de Pacaritambo fue el quechua 61. De donde en buena lógica se infiere que el lenguaje privativo de los Incas, fue la variedad dialectal quechua hablada en su región solariega de Pajarejtampu. Muy lejos está de invalidar la conclusión, el debido exa- men de los apelativos de los Ayar. Nadie, a no estar irre- misiblemente ofuscado, negará que Ayar se ha de deducir de la raíz quechua aya (muerte, difunto, antepasado) i y que auca (guerrero), uchu (ají) y cachi (sal) son las palabras más castizamente quechuas que pueden imagi- nares 62. En cuanto a la etimología aymara de :Manco (curaca o capitán), exhibida en son de triunfo con inaudita alga- zara, ha de observarse que, sin ser ella improbable, la afini- dad fonética extrema entre el aymara y el quechua, por la que infinidad de raíces, iguales en ambos idiomas, ad- quieren significados diversos, nos obliga a buscar antes las homofonías quechuas. Y hallamos dos correspondientes al aymara mal1co. Puede en quechua indicar un pájaro, el pollo de la paloma torcaz i y no sería de aplicación desa- tinada a un nombre propio, pues eran totémicos o deriva- dos de animales, y consta que Manco llevaba un pájaro augural, que Sarmiento califica de inti. O puede significar también una hierba, de las que solían los peruanos incai- cos adoptar como apellidos ¡y es una especie de altamisa, que hasta ha determinado la denominación de un pueblo 60 Cobo, Libro XII. 61 :Tres :Rel~ciones de Antigüedades Peruanas, publicadas por D. Marcos Ji- mcnez de la Espada (Madrid, 1879). 62 No se olvide que se llamaban ayarmancas los indios incas, de lenguaje quechua, que vivían inmediatos al Cuzco, por el lado meridional, cerca del pueblo de las Salinas (Garcilaso, Primera Parte, Libro Primero, cap. XX).