Libro digital 1 TOMO-5 | Page 143

E s ya una verdad definitivamente adquirida en la ar- queología sudamericana, que el Imperio de Tiahuanaco, así llamado por las célebres ruinas próximas nueve leguas a La Paz, llevó su influencia y estilo, muchos siglos antes que el de los Incas, hasta las sierras del Ecuador y las del Noroeste de la Argentina. La cultura tiahuanaquense, res- pecto de la incaica, se halla en la misma relación de prece- dencia y origen que la caldea respecto de la ninivita, o el antiguo imperio hasta la XI dinastía respecto de la ulterior historia egipcia. Desprovistos de fuentes escritas, sin más elementos que las excavaciones arqueológicas actuales, y los mitos y tradiciones que muy tardíamente recopilaron cronistas es- pañoles e indios, se nos plantea el problema de cuál de las razas peruanas fue la creadora de aquella primitiva civili- zación. Tres coexisten en las alturas andinas: Uros, Ayma- ras y Quechuas. Desde luego, hay que descartar a los Uros. Nadie ha de adoptar hoy la teoría de González de la