Libro digital 1 TOMO-5 | Page 131

EL IMPERIO INCAICO 103 Pero entre los ímpetus feroces, resalta siempre la in- génita misericordia. El objeto del drama, si bien se mira, es glorificar la clemencia de Túpaj Yupanqui para con la privilegiada tribu de los Tampus o Antis, y su caudillo he- reditario. Aún el severo Patchacútej, en la Escena III, antes de ordenar la guerra contra los Callas y Chayantas, previe- ne que se procure reducirlos por vía de paz y persuaciones. Antes de reconocerse Cusi Coyllur e Ima Súmaj se llaman, como metáforas de pompa y de dulzura: ¡Oh mi princesa, encantadora hermana; pájaro del pecho de oro, semilla de Piedad, flor (esmaltada del panti! Es un himno de infinito acatamiento, de fanática ado- ración, inconfundible en su acento indígena y sus arcaicos paralelismos, el que Ollantay le pronuncia al Inca. No enu- mera sus propias hazañas sino para tenderlas, como una humilde alfombra, ante el emperador omnipotente y divino: Sabes, ilustre Rey, que desde mi niñez te he servido,- y que siempre te he 'mirado como mi amo. Siguiendo tus huellas se han acrecentado mis fuerzas; -y continuamente he vertido mi sudor en tu servicio. ¿ Dónde no he hecho correr la sangre de tus contra- rios?- Sólo mi nombre los ahoga, como una cuerda al cuello. 'Re puesto a tus pies todas las tierras altas y sus gentes;- y he convirtido a todos los Yungas en es- clavos de tu casa. 'Re desviado y quemado a los Chancas;- y les he arrancado las alas.- 'Re abatido al poderoso 'Ruanca 'Ruilla.- ¿ Cuándo no me he levantado el primero en la van- guardia/-