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JosÉ
DE LA RIVA-AGÜERO
mis y Mazahuas), los efectivos aborígenes, el más hondo
substrato humano reconocible en el Perú.
De pronto, sin transición ni preparación alguna, se
presenta en los valles de la Costa una civilización de muy
hermosa cerámica, cuyos productos han sido perfectamen-
te estudiados por Uhle, y cuyos principios deben de si-
tuarse, cuando menos, juzgando por las capas en que se
halla, a mil seisientos o dos mil años de distancia de la
Conquista española. Esta primera civilización, tan adelan-
tada y experta en alfarería, parece no haber conocido aun
el uso del cobr~ y los metales preciosos, ni el arte de los
tejidos. Tuvo dos núcleos; el del Sur en Acarí, Nazca y
Palpa, de vasos multicolores, con pinturas de representa-
ciones humanas y animales, -en particular de reptiles es-
tilizados y antropomorfos-, ofrece al difundirse, variantes
ornamentales de importancia en los valles de lea, Chancay
y Supe; el del Norte, de Samanco y Chimbote, Trujillo y
Pacasmayo, con cerámica de colorido menos rico, blanco
y rojo, reproduce de preferencia, en moldeado, figuras de
hombres y animales, tratadas realista y caricaturescamente.
La adulta perfección que todos estos vasos manifiestan y la
falta de períodos preparatorios en su técnica, dice muy a
las claras que fue obra de una cultura importada, de ra-
zas inmigrantes. Si, como es probable, tenía parentesco
próximo con los Mochicas y Chimús que las sucedieron,
habrá que buscar su origen en el grupo Chibcha, esparcido
desde la América Central por Colombia y Ecuador. 1
Pudieron venir por mar, pues los indios del litoral perua-
no eran atrevidos pescadores y navegantes, y conocían
desde mucho antes de la Conquista la vela y las grandes
balsas. De Centro América procedían las conchas blancas de
sus ofrendas religiosas. 2 No hay razón valedera para tener
1 Max Uhle, La esfera de 1nfluencias del país de los 1ncas. (Revista :His-
tórica, órgano del Instituto Histórico del Perú, Tomo IV, Trimestre I y II)
2 No es convincente la suposición del Dr. Julio Tella de haber sido la
puquina la lengua de la civillzación nazqueña.