Libro digital 1 TOMO-5 | Page 102

74 JosÉ DE LA RIVA-AGÜERO no son copias, sino coincidencias, dimanadas de igual ca- rácter étnico y análogas condiciones sociales. Precisamente, la importancia de los estudios america- nistas estriba en el aislamiento de las civilizaciones de América, que fue absoluto respecto a las del Continente Antiguo en toda la época precolombina. Apartamiento in- comparablemente más estricto que el de la China y el Egip- (o faraónico; y que ha sido en la historia la experiencia ma- yor y más instructiva sobre la capacidad de determinadas razas para salir por sí solas del salvajismo y producir insti- tuciones y culturas propias, de originalidad insospechable, sin ninguno de los recíprocos influjos que tanto facilitan y aceleran la evolución. Tres focos de verdadera, aunque incompleta civiliza- ción autóctona hubo en el Nuevo Mundo: uno en Méjico y América Central, donde las razas l1ahuas y mayas se yuxtaponen sin confundirse; otro en el Perú, donde se suceden los imperios andinos, alternando con la~ culturas costeñas; y el tercero, el menor, de los chibchas o muyscas, en la actual República de Colombia. La crítica moderna ha renovado, en los últimos cincuenta años, el conocimiento de tales civilizaciones. Aquí nos tenemos que limitar a la exposición de 10 tocante al Perú, materia del presente ar- tículo. Sin desconocer la significación y méritos de los viaje- ros y peruanistas anglo-sajones, como el simpático y esti- mabilísimo Markham, Squier, Hutchinson y el contempo- ráneo explorador norteamericano Bingham, hay que declarar que la reconstrucción científica del Perú prehispano se debe a la fecunda competencia de los sabios alemanes y franceses, auxiliados por algunos peruanos, discípulos de ambas escuelas. Entre los alemanes, el insigne Alejandro de