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Números
11. 17–31
pueblo y sus principales; y tráelos a la puerta del tabernáculo
de reunión, y esperen allí contigo. Y yo descenderé y habla-
ré allí contigo, y tomaré del espíritu que está en ti, y pondré
en ellos; y llevarán contigo la carga del pueblo, y no la lleva-
rás tú solo. Pero al pueblo dirás: Santificaos para mañana,
y comeréis carne; porque habéis llorado en oídos de Jehová,
diciendo: ¡Quién nos diera a comer carne! ¡Ciertamente mejor
nos iba en Egipto! Jehová, pues, os dará carne, y comeréis.
No comeréis un día, ni dos días, ni cinco días, ni diez días,
ni veinte días, sino hasta un mes entero, hasta que os salga
por las narices, y la aborrezcáis, por cuanto menospreciasteis
a Jehová que está en medio de vosotros, y llorasteis delante
de él, diciendo: ¿Para qué salimos acá de Egipto? Entonces
dijo Moisés: Seiscientos mil de a pie es el pueblo en medio del
cual yo estoy; ¡y tú dices: Les daré carne, y comerán un mes
entero! ¿Se degollarán para ellos ovejas y bueyes que les bas-
ten? ¿o se juntarán para ellos todos los peces del mar para que
tengan abasto? Entonces Jehová respondió a Moisés: ¿Acaso
se ha acortado la mano de Jehová? Ahora verás si se cumple
mi palabra, o no. Y salió Moisés y dijo al pueblo las palabras
de Jehová; y reunió a los setenta varones de los ancianos del
pueblo, y los hizo estar alrededor del tabernáculo. Entonces
Jehová descendió en la nube, y le habló; y tomó del espíritu
que estaba en él, y lo puso en los setenta varones ancianos; y
cuando posó sobre ellos el espíritu, profetizaron, y no cesaron.
Y habían quedado en el campamento dos varones, llamados el
uno Eldad y el otro Medad, sobre los cuales también reposó
el espíritu; estaban éstos entre los inscritos, pero no habían
venido al tabernáculo; y profetizaron en el campamento. Y
corrió un joven y dio aviso a Moisés, y dijo: Eldad y Medad
profetizan en el campamento. Entonces respondió Josué hijo
de Nun, ayudante de Moisés, uno de sus jóvenes, y dijo: Se-
ñor mío Moisés, impídelos. Y Moisés le respondió: ¿Tienes tú
celos por mí? Ojalá todo el pueblo de Jehová fuese profeta, y
que Jehová pusiera su espíritu sobre ellos. Y Moisés volvió al
campamento, él y los ancianos de Israel. Y vino un viento de
Jehová, y trajo codornices del mar, y las dejó sobre el campa-
mento, un día de camino a un lado, y un día de camino al otro,
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