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Levítico
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de Jehová. Y el sacerdote tomará el cordero de la expiación
por la culpa, y el log de aceite, y los mecerá el sacerdote como
ofrenda mecida delante de Jehová. Luego degollará el cordero
de la culpa, y el sacerdote tomará de la sangre de la culpa, y la
pondrá sobre el lóbulo de la oreja derecha del que se purifica,
sobre el pulgar de su mano derecha y sobre el pulgar de su pie
derecho. Y el sacerdote echará del aceite sobre la palma de su
mano izquierda; y con su dedo derecho el sacerdote rociará
del aceite que tiene en su mano izquierda, siete veces delante
de Jehová. También el sacerdote pondrá del aceite que tiene
en su mano sobre el lóbulo de la oreja derecha del que se pu-
rifica, sobre el pulgar de su mano derecha y sobre el pulgar de
su pie derecho, en el lugar de la sangre de la culpa. Y lo que
sobre del aceite que el sacerdote tiene en su mano, lo pondrá
sobre la cabeza del que se purifica, para reconciliarlo delante
de Jehová. Asimismo ofrecerá una de las tórtolas o uno de los
palominos, según pueda. Uno en sacrificio de expiación por el
pecado, y el otro en holocausto, además de la ofrenda; y hará
el sacerdote expiación por el que se ha de purificar, delante
de Jehová. Ésta es la ley para el que hubiere tenido plaga de
lepra, y no tuviere más para su purificación. Habló también
Jehová a Moisés y a Aarón, diciendo: Cuando hayáis entrado
en la tierra de Canaán, la cual yo os doy en posesión, si pu-
siere yo plaga de lepra en alguna casa de la tierra de vuestra
posesión, vendrá aquel de quien fuere la casa y dará aviso
al sacerdote, diciendo: Algo como plaga ha aparecido en mi
casa. Entonces el sacerdote mandará desocupar la casa antes
que entre a mirar la plaga, para que no sea contaminado todo
lo que estuviere en la casa; y después el sacerdote entrará a
examinarla. Y examinará la plaga; y si se vieren manchas en
las paredes de la casa, manchas verdosas o rojizas, las cuales
parecieren más profundas que la superficie de la pared, el sa-
cerdote saldrá de la casa a la puerta de ella, y cerrará la casa
por siete días. Y al séptimo día volverá el sacerdote, y la exa-
minará; y si la plaga se hubiere extendido en las paredes de la
casa, entonces mandará el sacerdote, y arrancarán las piedras
en que estuviere la plaga, y las echarán fuera de la ciudad en
lugar inmundo. Y hará raspar la casa por dentro alrededor,