Libro de ENOC BIBLIA COMPLETA (Enoc) | Page 192

15. 10–27 10 11 12 , 13 14 15 16 17 18 19 20 21 22 23 24 25 26 27 Éxodo 104 mi mano. Soplaste con tu viento; los cubrió el mar; Se hun- dieron como plomo en las impetuosas aguas. ¿Quién como tú, oh Jehová, entre los dioses? ¿Quién como tú, magnífico en san- tidad, Terrible en maravillosas hazañas, hacedor de prodigios? Extendiste tu diestra; La tierra los tragó. Condujiste en tu misericordia a este pueblo que redimiste; Lo llevaste con tu poder a tu santa morada. Lo oirán los pueblos, y temblarán; Se apoderará dolor de la tierra de los filisteos. Entonces los caudillos de Edom se turbarán; A los valientes de Moab les sobrecogerá temblor; Se acobardarán todos los moradores de Canaán. Caiga sobre ellos temblor y espanto; A la grandeza de tu brazo enmudezcan como una piedra; Hasta que haya pa- sado tu pueblo, oh Jehová, Hasta que haya pasado este pueblo que tú rescataste. Tú los introducirás y los plantarás en el monte de tu heredad, En el lugar de tu morada, que tú has preparado, oh Jehová, En el santuario que tus manos, oh Jeho- vá, han afirmado. Jehová reinará eternamente y para siempre. Porque Faraón entró cabalgando con sus carros y su gente de a caballo en el mar, y Jehová hizo volver las aguas del mar so- bre ellos; mas los hijos de Israel pasaron en seco por en medio del mar. Y María la profetisa, hermana de Aarón, tomó un pandero en su mano, y todas las mujeres salieron en pos de ella con panderos y danzas. Y María les respondía: Cantad a Jehová, porque en extremo se ha engrandecido; Ha echado en el mar al caballo y al jinete. E hizo Moisés que partiese Israel del Mar Rojo, y salieron al desierto de Shur; y anduvieron tres días por el desierto sin hallar agua. Y llegaron a Mara, y no pudieron beber las aguas de Mara, porque eran amargas; por eso le pusieron el nombre de Mara. Entonces el pueblo mur- muró contra Moisés, y dijo: ¿Qué hemos de beber? Y Moisés clamó a Jehová, y Jehová le mostró un árbol; y lo echó en las aguas, y las aguas se endulzaron. Allí les dio estatutos y ordenanzas, y allí los probó; y dijo: Si oyeres atentamente la voz de Jehová tu Dios, e hicieres lo recto delante de sus ojos, y dieres oído a sus mandamientos, y guardares todos sus es- tatutos, ninguna enfermedad de las que envié a los egipcios te enviaré a ti; porque yo soy Jehová tu sanador. Y llegaron a Elim, donde había doce fuentes de aguas, y setenta palmeras;