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Génesis
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su sangre. Pero ellos no sabían que los entendía José, porque
había intérprete entre ellos. Y se apartó José de ellos, y llo-
ró; después volvió a ellos, y les habló, y tomó de entre ellos a
Simeón, y lo aprisionó a vista de ellos. Después mandó José
que llenaran sus sacos de trigo, y devolviesen el dinero de cada
uno de ellos, poniéndolo en su saco, y les diesen comida para el
camino; y así se hizo con ellos. Y ellos pusieron su trigo sobre
sus asnos, y se fueron de allí. Pero abriendo uno de ellos su
saco para dar de comer a su asno en el mesón, vio su dinero
que estaba en la boca de su costal. Y dijo a sus hermanos: Mi
dinero se me ha devuelto, y helo aquí en mi saco. Entonces se
les sobresaltó el corazón, y espantados dijeron el uno al otro:
¿Qué es esto que nos ha hecho Dios? Y venidos a Jacob su
padre en tierra de Canaán, le contaron todo lo que les había
acontecido, diciendo: Aquel varón, el señor de la tierra, nos
habló ásperamente, y nos trató como a espías de la tierra. Y
nosotros le dijimos: Somos hombres honrados, nunca fuimos
espías. Somos doce hermanos, hijos de nuestro padre; uno no
parece, y el menor está hoy con nuestro padre en la tierra de
Canaán. Entonces aquel varón, el señor de la tierra, nos dijo:
En esto conoceré que sois hombres honrados: dejad conmigo
uno de vuestros hermanos, y tomad para el hambre de vues-
tras casas, y andad, y traedme a vuestro hermano el menor,
para que yo sepa que no sois espías, sino hombres honrados;
así os daré a vuestro hermano, y negociaréis en la tierra. Y
aconteció que vaciando ellos sus sacos, he aquí que en el saco
de cada uno estaba el atado de su dinero; y viendo ellos y su
padre los atados de su dinero, tuvieron temor. Entonces su
padre Jacob les dijo: Me habéis privado de mis hijos; José no
parece, ni Simeón tampoco, y a Benjamín le llevaréis; contra
mí son todas estas cosas. Y Rubén habló a su padre, diciendo:
Harás morir a mis dos hijos, si no te lo devuelvo; entrégalo en
mi mano, que yo lo devolveré a ti. Y él dijo: No descenderá
mi hijo con vosotros, pues su hermano ha muerto, y él solo ha
quedado; y si le aconteciere algún desastre en el camino por
donde vais, haréis descender mis canas con dolor al Seol.
El hambre era grande en la tierra; y aconteció que cuando
acabaron de comer el trigo que trajeron de Egipto, les dijo su