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Génesis
42. 4–22
Egipto. Mas Jacob no envió a Benjamín, hermano de José,
con sus hermanos; porque dijo: No sea que le acontezca algún
desastre. Vinieron los hijos de Israel a comprar entre los que
venían; porque había hambre en la tierra de Canaán. Y José
era el señor de la tierra, quien le vendía a todo el pueblo de la
tierra; y llegaron los hermanos de José, y se inclinaron a él ros-
tro a tierra. Y José, cuando vio a sus hermanos, los conoció;
mas hizo como que no los conocía, y les habló ásperamente, y
les dijo: ¿De dónde habéis venido? Ellos respondieron: De la
tierra de Canaán, para comprar alimentos. José, pues, cono-
ció a sus hermanos; pero ellos no le conocieron. Entonces se
acordó José de los sueños que había tenido acerca de ellos, y les
dijo: Espías sois; por ver lo descubierto del país habéis venido.
Ellos le respondieron: No, señor nuestro, sino que tus siervos
han venido a comprar alimentos. Todos nosotros somos hijos
de un varón; somos hombres honrados; tus siervos nunca fue-
ron espías. Pero José les dijo: No; para ver lo descubierto del
país habéis venido. Y ellos respondieron: Tus siervos somos
doce hermanos, hijos de un varón en la tierra de Canaán; y
he aquí el menor está hoy con nuestro padre, y otro no pa-
rece. Y José les dijo: Eso es lo que os he dicho, afirmando
que sois espías. En esto seréis probados: Vive Faraón, que no
saldréis de aquí, sino cuando vuestro hermano menor viniere
aquí. Enviad a uno de vosotros y traiga a vuestro hermano,
y vosotros quedad presos, y vuestras palabras serán probadas,
si hay verdad en vosotros; y si no, vive Faraón, que sois espías.
Entonces los puso juntos en la cárcel por tres días. Y al tercer
día les dijo José: Haced esto, y vivid: Yo temo a Dios. Si sois
hombres honrados, quede preso en la casa de vuestra cárcel uno
de vuestros hermanos, y vosotros id y llevad el alimento para
el hambre de vuestra casa. Pero traeréis a vuestro hermano
menor, y serán verificadas vuestras palabras, y no moriréis. Y
ellos lo hicieron así. Y decían el uno al otro: Verdaderamente
hemos pecado contra nuestro hermano, pues vimos la angus-
tia de su alma cuando nos rogaba, y no le escuchamos; por eso
ha venido sobre nosotros esta angustia. Entonces Rubén les
respondió, diciendo: ¿No os hablé yo y dije: No pequéis contra
el joven, y no escuchasteis? He aquí también se nos demanda
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