En ese preciso momento, en la ciudad de Argol, un rico noble entrega unas monedas al chico arrojado en una esquina del mercado. Geal le mira agradecido. Esta noche comerá caliente. Comprará pan y se hará una sopa. Puede que le eche unas cebollas si le regalan las que van a ponerse malas. Se las guarda en el bolsillo para que piensen que hoy no le han dado nada. No es jugar limpio, pero Geal ha comprendido que cuando vives en las calles de Argol nunca se juega limpio.
Guarda las monedas muy al fondo, tanto que al sentir el metal, se da cuenta de que hay otra textura. Lo saca al exterior. Es un hilo de lana negra. El negro más oscuro que haya visto nunca. Tira de él y un dolor agudo le atraviesa el pecho. Cuando se recupera respirando profundamente, se da cuenta de lo que es: su hilo de vida. Geal va corriendo hasta el templo y entrega sus monedas en ofrenda a las Parcas. Prefiere no comer para agradecerles ese regalo.
Las monedas llegan al inframundo, donde las tres Parcas discuten sobre lo que ha pasado. ¿Cómo es posible que Geal tenga acceso al hilo de su vida? Átropos encoge la cabeza. No puede mentir a sus hermanas. Tienen un vínculo de fidelidad. Se disculpa y explica lo que ha pasado. Cloto y Laquesis se llevan las manos a sus bocas aterrorizadas. De repente, Hades aparece envuelto en llamas. Nada escapa a su control, o casi nada. Les llama inútiles y vejestorios.
Geal cae en un profundo sueño. Hades aparece en él.
—Dame el hilo, asqueroso humano.
—Es mío. Ahora soy inmortal.
—Inmortal sólo son los dioses. No quieras equipararte a nosotros. Tú sólo eres un paria.
Hades lanza su cetro de dos puntas hacia Geal, que lo esquiva como puede. Intenta despertarse pellizcándose en el mundo real, abriéndose los ojos, pero está en un sueño tan profundo que es imposible. Se encuentra en el inframundo porque puede ver la laguna Estigia y hacia ella se dirige. Hades le persigue maldiciendo.
Geal se tira a la laguna ya que no le quedan monedas para pagar a Caronte. Las almas que perecieron allí le empiezan a agarrar y a arrastrar para quedarse con su esencia. Geal sigue dando brazadas y apartándolos, pero cada vez son más. Sus cuerpos cadavéricos están sedientos de carne.
12 LibreFantasía/nro 3