Libre Fantasía Marzo 2017 | Page 22

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Cuentan las leyendas que los orcos causaron terribles daños a seres de diversos mundos y distintas dimensiones. Saquearon ciudades, quemaron aldeas y se apoderaron de sus tesoros. De uno de estos orcos habla la historia que contaré, una antigua fabula que permaneció olvidada. A mí me la susurró el viento una noche y creí conveniente escribirla, porque contiene gran sabiduría y poder.

En una era oscura, marcada por diversas guerras y el terror que estas provocaban. El universo estaba sumido en el caos y las tinieblas parecían haberse apoderado de todo. Los orcos vivían en túneles, minas y cuevas y aprovechaban cualquier excusa para generar pleitos y luchas entre sus vecinos. Pero uno de ellos, por difícil que parezca, era un orco bastante pacífico: Operd se mantenía al margen en las peleas y, a pesar de estar siempre enfadado, tenía un espíritu bondadoso —es decir, todo lo bondadoso que puede ser un orco—. Reflexivo, creativo y constantemente en busca de algo nuevo, Operd tenía muchas ideas y llevaba a cabo algunas de ellas. Sin embargo, como ya mencioné, el mal humor no lo abandonaba. Refunfuñaba al despertarse en su horrible cueva y también cuando se topaba con algún compañero, pero no era un buscapleitos y rara vez se peleaba directamente con alguien. Simplemente vivía refugiado en la oscuridad de sus reflexiones, en guerra con el mundo exterior. Como era muy observador, un día descubrió que un gran dragón dorado sobrevolaba la zona. Operd sabía que donde había un dragón dorado se escondía un valioso tesoro. Los demás orcos, muy primitivos, se limitaban a disfrutar de las peleas y a organizar luchas para destruir su entorno, por lo que ninguno de ellos se percató de su presencia. Algunos conservaban tesoros de aldeas que habían saqueado, aunque en las cuevas húmedas y llenas de fango éstos se opacaban y al final parecían una roca más. Otras veces los gastaban en tabernas y apuestas. Los orcos no solían ser ricos, más bien vivían en condiciones miserables, y ninguno poseía un tesoro tan grande como el del dragón dorado. En el momento en que éste pasó, estaban presenciando ansiosos el brutal combate entre un oso y tres lobos. Ajeno a ello, Operd observó pacientemente al dragón y comenzó a estudiar las posibilidades de cazarlo.

T

odos sabemos que los elfos representan la luz y la bondad y que, al contrario, los orcos forman parte del mundo de las tinieblas. Lo que muchos desconocen, o a veces olvidan, es que los orcos fueron en su origen elfos que, más tarde, eligieron la

oscuridad; espíritus mutilados que permitieron a las sombras entrar en sus corazones. Tanto unos como otros son en principio inmortales.