Libre Fantasía Abril 2017 | Page 8

La joven vaciló, pero terminó respondiendo a su interrogante.

—Soy Mial y vengo a destruirte –el desdén en su hablar escaso de rudeza, ocasionó que él esbozara una trémula sonrisa. Complacido por la fortaleza que, en aquella oportunidad, había ido a derrotarlo.

—Tu sangre huele más delicioso de lo habitual, no sé a qué se debe, Mial —el ser mucho, la inspeccionó de pies a cabeza y descubrió que no era igual a los otros elegidos. Era diferente—. Tú no eres un varón, eres una mujer –juntó ambas cejas y se cruzó de brazos, ya comprendía porque ese guerrero le había parecido de una belleza excepcional–. ¡Qué crueldad por parte de Talantis! –Clamó avergonzado de su comportamiento malvado. Odiaba a esos malignos ciudadanos–, enviar una niña a ser devorada, rebasó sus límites de avaricia…

—No me matarás, yo te venceré –la joven intentó correr a atacarlo, pero el dragón inmovilizo su movimientos con un solo tronar de dedos.

—No me digas que te dijeron la misma patraña que a los demás —sintió lástima por aquella ignorante—. “Eres la elegida para enviarme a un sueño profundo de cien años” –imitó el acento que era propio de los Talantianos–. Lamento decirte que esa estúpida patraña es verdad –le sería contradictorio si le decía las cosas de ese modo, pero no lo importó, no era su deber liberarla de los embuste–, aunque no del todo –suspiró fingiendo tristeza–. Veo que no entiendes –dedujo al ver sus pupilas temblar–, a diferencia de los demás guerreros, creo que a ti, pequeña ofrenda te dejé vivir más minutos que los requeridos, quizá se deba a que llegaste un día antes de que mi sueño concluyera.

Pequeña ofrenda –repitió confundida.

—Pequeña ofrenda, cada cien años, yo debo comer, pero odio el sabor de los seres mágicos –arrugó el rostro del asco que le significó recordar su asqueroso aroma–, su sangre esta corrompida por el poder de los dioses, es repelente y vomitiva, al menos para mí –se encogió de hombros–. Cada cien años, convenientemente con mi despertar, nace un niño sin poder que es enviado aquí con engaños para que sea devorado –ella sintió que el aire le faltaba–, luego de ello, puedo ir volando por lo cielos algunos meses, tranquilo, hasta que el sueño me vence otra vez –la joven intentó menear la cabeza, confundida por esa información; sin embargo, la inmovilización a la que era sometida, no le dejó moverse ni un centímetro–, los dragones somos seres frágiles –manifestó con sarcasmo.

—Mientes –afirmó dejando un rastro de pesar en cada letra.

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