—Tú,
eres la elegida
—Tú eres la elegida —le repitió su madre, por milésima vez en el día.
La joven de aproximadamente dieciocho años, permanecía sentada frente a una ventana de su habitación, viendo como los niños se lanzaban bolas agua y fuego, mientras su madre alisaba su largo cabello castaño con una peineta de oro puro. Una vez que las hebras finas de su cabellera fueron totalmente separadas, la mujer próxima a cumplir cuarenta años, empezó a trenzarla.
—Tu destino es vencer al gran dragón que habita en las montañas —expresó con esa voz resquebrajada y poco afable, que en su infancia le relataba cuentos de los antiguos héroes—, eres la elegida —la joven apoyó ambas manos sobre sus rodillas y soltó un suspiro de tristeza.
La obligación con la que fue bendecida desde su nacimiento, era difícil de sobrellevar.
La tarea para la que fue educada, se aproximaba a paso apresurada. Tendría que cumplirla dentro de muy poco tiempo.
En su amado reino, Talantis, desde el comienzo de los tiempos, existía una profecía, escrita por los ancestros que velaron por cada habitante del pueblo. Ese pasaje versaba sobre un recién nacido sin poderes extraordinarios innatos de alma. Solo él podría liberar al pueblo de la devastación en la que se sumía cada cien años.
Por una maldición, un enorme dragón errante, que despertaba cada siglo, se dedicaba a matar a los seres mágicos que habitaban Talantis. Ellos, ni siquiera uniendo sus fuerzas, contaban con la capacidad de derrotarlo.
5 LibreFantasía/nro 2