Libre Fantasía Abril 2017 | Page 31

31 LibreFantasía/nro 2

«Soy tan desdichado…». El orco se lamentaba por su herida cuando, de repente, escuchó una voz. No se distinguía si era masculina o femenina, simplemente era profunda: «Eres desdichado porque quieres». Operd se asustó y se apartó del libro.

—¿Quién eres? —preguntó a la nada, mientras miraba hacia todos los rincones, tratando de vislumbrar a alguien.

—Soy el libro de la sabiduría.

La voz, en efecto, provenía del libro.

—Y ¿qué quieres de mí? Me quieres robar mi tesoro, ¿verdad? —preguntó, poniéndose a la defensiva.

—No quiero tu tesoro. ¿Para qué me sirve, si soy un libro? No codicio la riqueza material.

—Entonces ¿por qué vienes a molestarme?

U

n día, al caminar a oscuras por la caverna, algo se le clavó en la planta del pie. Operd gritó y maldijo; golpeó las paredes; se puso rojo, morado y verde de dolor e ira, y al final tuvo que salir cojeando de la cueva para ver lo que se había clavado y poder sacarlo. Una vez que hubo alcanzado la luz, vio un extraño

objeto dorado, con tres picos, hundido en su moreteada piel. Lo examinó durante un rato. Estaba cubierto con su sangre opaca verdosa. Lo limpió y se percató de que parecía la llave del gran libro dorado. Con el pie cojo, llegó hasta él: efectivamente, la llave encajaba perfectamente en el mecanismo de apertura. En realidad, no le interesaban mucho los libros; aun así, como no tenía nada mejor que hacer, lo abrió. Para su sorpresa, todas las páginas estaban en blanco. No había nada escrito en él.