V. Conclusión La transformación de la economía China ha sido dramática a partir de su apertura al mercado, sin embargo, no ha sido tan drástica como se podría esperar. Si bien es cierto que existe cierto grado de liberalización, esta es bien limitada y siempre controlada por el poder central. La liberalización además es desigual, permisiva en algunos puntos y excesivamente estricta en otros.
Los métodos que antes se usaban para mantener al Partido en el poder, como la propaganda, se han modificado para convertirse en publicidad, a través de medios orientados hacia el consumo y el capitalismo. El Partido ha cambiado las formas, pero no el fondo: tiene el control de la estructura mediática, y el poder de nombrar a cabezas administrativas dentro de los medios.
A la vez que esta apertura ha funcionado como manera de generar ingresos enormes para un sector, también han contribuido a una brecha cada vez mayor entre las élites y los grupos rezagados. La estructura mediática está creada para ello: las noticias acerca de los trabajadores o los granjeros no llegan a la mayoría de la gente, las protestas no se publican. Los intereses son mantenidos por medio del aislamiento de las clases menos favorecidas.
Hablar de política es un“ no, no” en los medios Chinos, por lo que las grandes cadenas han optado por un conservadurismo. Así también las élites. Con tal de mantener el poder, es muy difícil que estas se levanten o que alguna voz de la clase media y alta chinas contradigan al Partido o al Estado.
Con la mezcla de apertura-poder en los medios, se ha creado no solo una nueva estructura económica en China, sino una social. Se han reconstituido las estructuras de clase y las relaciones de poder: acallando las voces de las clases bajas y dando privilegios a las altas, su“ socio silente”.
Por otro lado, esta estructura de poderes se ve reforzada por la apertura a las transnacionales, ya que los medios de otros países están menos dispuestos a criticar al régimen con tal de tener un pedazo del creciente mercado Chino.
La apertura de los medios a empresas transnacionales, ha significado un cambio interesante, aunque no tan complicado como podría haberse esperado. El Estado continúa ejerciendo un control completo sobre la estructura total, pero ha permitido a las transnacionales entrar en áreas como producción de contenido de entretenimiento o contenido técnico.
Lo anterior no es diferente a lo que ha sucedido en diversos regímenes: la relación clientelista entre el capital privado y los estados autoritarios se ha visto anteriormente en regímenes latinoamericanos y del sur de Europa.
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La estructura mediática explicada en la lectura sirve como un antecedente de lo que ocurre actualmente con el mercado chino. Precisamente hace unas semanas, se declaró que el aumento de valor de las acciones de las empresas chinas estaban por encima de los gigantes de Silicon Valley, con aumentos de más del 40 %.
Con un mercado cada vez más competitivo a nivel mundial y con individuos peleando por el puesto del hombre más rico de China, que han amasado fortunas semejantes a sus contrapartes en otras partes del globo, China se ha convertido en un gigante del consumismo, en donde empresas de todas partes pelean por tener un lugar.
Sin embargo, aún con toda la competitividad y, como se explica también en el texto, la represión por parte del Estado sigue siendo un factor clave del desarrollo de su economía y su sociedad. Las redes sociales por ejemplo, se han convertido en un escenario de extrema represión. Primero, prohibiendo la entrada de algunas de ellas y ahora, con la llegada del Congreso del Partido Comunista, restringidas en su totalidad.
El Estado sigue luchando por mantener un control total sobre los medios, a la vez que abre su mercado para el acceso a transnacionales e individuos con un poder adquisitivo muy por encima del de la mayoría.