La leyenda de la mujer que por despecho ahogó a sus tres hijos en un río, para después suicidarse y penar por las calles, ha pasado de generación en generación en la cultura mexicana.
La imagen espectral de una dama flotante vestida de blanco, cuyo rostro de angustia cubre con un vaporoso velo, lanzando gritos estremecedores, vive en nuestra conciencia colectiva.
Durante la colonia española, el mito de “La Llorona” creció. Había personas que decían haberla escuchado y visto, incluso la psicosis colectiva llegó a grado tal que en el Valle de México se instruyó un toque de queda a partir de las 23:00 horas.