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Tras dar a luz estas mujeres, el hombre se aparecía exigiendo al niño para su crianza. Al cabo de unos años su fortuna creció considerablemente, pero llegó el día en que murió.

Se dice que en el velorio la gente que se encontraba presente rezaba, cuando entró por la puerta principal un charro vestido de negro que exclamó:

“¡Juan!, ¡estoy aquí por el último pago!“

Dicho esto desapareció, dejando un olor a azufre. La gente intrigada abrió el ataúd de Juan y no encontró más que un esqueleto. Se cree que desde entonces el Charro negro anda buscando quién cambie su alma y la de los suyos a cambio de unas monedas de oro.

La leyenda continúa y cuenta que luego de este episodio el Charro Negro se aparece en las noches, en las calles de las ciudades o en los caminos rurales. Es elocuente y enigmático, en ocasiones acompaña a los caminantes, pero si la persona accede a subirse al caballo o recibe monedas de este, su suerte está dada.

Se dice que en el velorio la gente que se encontraba presente rezaba, cuando entró por la puerta principal un charro vestido de negro que exclamó:

“¡Juan!, ¡estoy aquí por el último pago!“

Dicho esto desapareció, dejando un olor a azufre. La gente intrigada abrió el ataúd de Juan y no encontró más que un esqueleto. Se cree que desde entonces el Charro negro anda buscando quién cambie su alma y la de los suyos a cambio de unas monedas de oro.

La leyenda continúa y cuenta que luego de este episodio el Charro Negro se aparece en las noches, en las calles de las ciudades o en los caminos rurales. Es elocuente y enigmático, en ocasiones acompaña a los caminantes, pero si la persona accede a subirse al caballo o recibe monedas de este, su suerte está dada.