individualidad y su ejercicio. Pero el siguiente paso, más complejo, es cuando en
convergencia con otros individuos comparten asuntos, temas y problemas y los hacen
públicos. En ese momento incluso la propia noción de público cambia de significar lo
que el rey/señor feudal/autócrata pretender representar, “la verdadera y única voz del
pueblo”. Lo público cambia, y debe cambiar, en la modernidad (si la apuesta de vida es la
dignificación de la propia existencia), cuando significa lo que los ciudadanos
organizados, y que salen de sus espacios privados, plantean mediante debate y
discusión lo que serán los temas y demandas de todos o casi todos.
Por otro lado debemos distinguir en los autonombrados movimientos sociales cuáles
parten de la premisa de no imponer su “razón” sino de la convicción de buscar
acuerdos, que se saben parte de un todo llamado sociedad, y que en esa lógica se
orientan por cómo contribuir a una formación social que consolide los espacios
edificados por la modernidad en tanto ecosistema de la vida individual y social. Hay
también un abuso del término “movimiento social” cuando, por ejemplo, lo que se
observa son más bien demandas de un claro tinte de chantaje y extorsión. ¿Cómo
distinguir uno de otro? Mediante una discusión crítica y autocrítica sobre el aporte que
represente al conjunto social en términos de consolidación y despliegue de las
promesas fundacionales de la modernidad, en donde el más básico de todos refiere al
tema de los derechos humanos y podríamos sumar ahora un logro de pacto y
compromiso inter-nacional: los Objetivos de Desarrollo Sostenible.
Un antecedente crucial de movimientos sociales en la historia de nuestro país lo
representó el movimiento estudiantil de 1968 al plantear demandas que no apuntaban a
la desestabilización del orden político, como lo propagó el gobierno de entonces, sino a
la exigencia de una mayor democratización: despenalizar la libre reunión en espacios
públicos, la destitución de jefe de granaderos por violación de derechos humanos,
libertad de presos político, principalmente.
Más recientemente han surgido movimientos sociales como #metoo, #yosoy132,
feministas, de defensa de libertad de elección de género, neozapatismo, etc, que buscan
cambios en la legislación, económicos o culturales. Todo movimiento social debe
plantearse cómo sus demandas deben ser escuchadas, recogidas, y atendidas por las
instituciones, en particular, el sistema legislativo y jurídico, para que deje de ser una
demanda solo moral y pueda convertirse en norma que regule los lazos inter
individuales e institucionales.En suma, se trata de -si la aspiración moral, ética, política
y cultural es la construcción de una sociedad moderna- de tener la sensibilidad e
inteligencia para participar o no inhibir los movimientos sociales, más aún en el
entendido de que contribuyen a identificar condiciones de vida que están siendo
negadas.
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