Lex Scripta Marzo 2020 | Page 8

Además, los géneros musicales más populares son de los mayores responsables por la interiorización del machismo, el reguetón, la banda, el rock, el pop y las canciones tradicionales mexicanas contienen en sus letras y videos musicales actitudes que implican la constante violencia hacia las mujeres. Adicionalmente, la religión católica, profundamente arraigada en los mexicanos es un factor adicional cultural que perpetúa el machismo, tanto así que para esta la mujer ha sido producto de la costilla del hombre. Incluso el sacerdote Alejandro Solalinde reconoció a través de su cuenta de Twitter “Que bueno que ahora sí Obispos se preocupen por los feminicidios y la impunidad y que exijan acción a las autoridades, culpables hasta del pecado original. Pero hay que señalar que es nuestra Iglesia es la transmisora del machismo, masculinidad sagrada y exclusión femenina.” (Solalinde, 2020). Finalmente, el mexicano además de ser consumidor de estos contenidos altamente misóginos, también recibe un bombardeo de noticiarios de lo que ya no es noticia: que en México todos los días, se llevan a cabo nueve feminicidios. Esta información va acompañada de fotografías y todo lujo de detalle sobre la profanación del cuerpo de la mujer, convirtiendo este acto en una tragedia que se ha normalizado como parte del día a día. Como si la misoginia y el machismo en la sociedad mexicana no fueran suficientes, se añade a esto lo que la filósofa tijuanense Sayak (Valencia, 2016) ha nombrado como elementos gore. Este concepto retomado del cine, lo utiliza para hablar de todos aquellos elementos de violencia que al ser mediatizados, hemos normalizado como parte de nuestra vida cotidiana. El principal ejemplo de estos elementos lo podemos encontrar en la llamada narcocultura, compuesta por narcocorridos, narcoseries y narconovelas que convierten a los narcotraficantes en héroes. 6