o existir oposición militar, el abrir
elecciones solo
apresurará su caída inevitable. Por otro lado
no existe una iniciativa por parte de los
aliados de
Maduro para evitar su derrocamiento.
Países como Rusia y China solo parecen
estar más
preocupados por sus inversiones que por
esta supuesta transición. Por otra parte,
México se niega
a mostrarse bajo la idea de “no
intervención” justificando sus principios
constitucionales junto
con Argentina.
Ante este escenario internacional,
Maduro inicia Febrero con el objetivo
principal de vender 15 toneladas de oro
a los países árabes con el “supuesto” fin
de estabilizar la solvencia dentro de
Venezuela; sin embargo, las acciones
tomadas no resuelven el problema si se
sigue con la narrativa imperialista que
ha mostrado dentro de su mandato. Un
imperialismo que ha hecho que el 61,5%
de las personas sean pobres según la
Encuesta sobre Condiciones de Vida en
Venezuela (Encovi, 2018).
También dando otro punto de análisis,
vamos a conceder el peor escenario en
que Venezuela puede estar inmerso.
Maduro, además de ser un dictador que
minimiza la oposición y
desaparece las voces disidentes, ha
llevado a un país muy prometedor en
materia de recursos
naturales a la miseria. De igual forma es
una realidad el desabasto alimenticio y a
la hiperinflación, sin
sin embargo, a pesar de esto está en
cuestionamiento si se debe reconocer a
Guaidó como presidente. Para este análisis
es necesario retomar el término de
democracia, ya que ésta busca asegurar y
mantener la centralidad del sistema
representativo. También esta establece
que las decisiones políticas deben ser
tomadas desde una perspectiva normativa
en el marco de las instituciones formales
de democracia representativa. Si bien los
principales actores como lo son los
partidos políticos, las instituciones y su
población, son los responsables de que la
democracia se ejerza de manera óptima, es
importante que se lleve acabo de manera
legal. No cabe duda que en cualquier país
sin la centralidad del sistema
representativo, la gobernabilidad no pude
garantizarse, peligrando así la
consolidación de la democracia.
En términos de una democracia
institucionalizada, no es constitucional
reconocer a Guaidó como presidente de
Venezuela por una declaración unilateral de
una persona política que no tiene las
facultades legales para ello. De igual forma,
no fue elegido o votado legalmente en un
proceso electoral válido. A pesar de que
Maduro tampoco fue electo con criterios de
validez y de certeza bajo unas fraudulentas y
permeadas elecciones, no hace a Juan
Guaidó legítimo para gobernar Venezuela
considerando el reconocimiento
internacional que se le ha otorgado.
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