A esto se le suma la probabilidad de
embarazos prematuros de alto riesgo
que son usuales para niñas menores de
18 años, debido a que su cuerpo no
está físicamente preparado para tener
un bebé, poniendo en peligro no solo
al niño sino a la madre. De igual
forma, aumentan las posibilidades de
contraer enfermedades de transmisión
sexual. En México la educación sexual
aún es tema tabú, lo que ha
contribuido en gran parte a los
embarazos en adolescentes o niñas y
en la propagación de enfermedades de
transmisión sexual. Finalmente,
aumenta la posibilidad de violencia
doméstica y sexual.
De acuerdo con la Comisión
Nacional para prevenir y erradicar la
violencia contra las mujeres (2019),
“las mujeres que se casaron antes de
los 18 años sufren más violencia física
(49%), mayor violencia sexual (68%) y
más violencia económica (16%), en
comparación con aquellas que se
unieron después de la mayoría de
edad”. Muchas menores de edad que
viven dentro de un matrimonio
infantil están en aislamiento dentro
de una comunidad que propicia y
acepta esta situación, sin tener
conocimiento de sus derechos ni a
quién puede acudir, así como alta
probabilidad de que sus hijos repitan
el mismo camino.
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