“Muñecas,
no ramos de novia”
Elisa Fernanda
P
Gómez Ochoa
E
n el mundo el matrimonio es una de las bases más sólidas de una familia
y un lazo de estabilidad, compromiso y seguridad entre dos personas. Sin
embargo, para millones de niñas en el mundo el matrimonio significa estar
atada a una vida sin oportunidades ni derechos; para muchas niñas el
matrimonio es un tipo de esclavitud. Según cifras de UNICEF, dadas en sus
reportes de protección de la infancia, el 36% de las mujeres de 20 a 24 años de
todo el mundo se casaron o vivían en pareja antes de cumplir los 18 años
(UNICEF, 2016); mientras que la organización no gubernamental en pro de
los derechos de la infancia Save the children asegura que para el final de esta
década alrededor de 142 millones de niñas serán obligadas a casarse (UNFPA,
2019).
Estas cifras son preocupantes, considerando que este tema ha alcanzado una
importante atención en la última década y como consecuencia de esto se han
realizado varias campañas de concientización en contra de este delito;
campañas que según Nisha Varia, directora de la división de women’s rights,
no han progresado con la rapidez que se esperaba (Nisha Varia, 2015). Es usual
relacionar estas cifras de matrimonio infantil con áreas geográficas como
África o Medio Oriente. Sin embargo, el matrimonio infantil en México es
actualmente una realidad latente.
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Según los últimos datos registrados por el Instituto Nacional de Estadística y
Geografía (INEGI) y de acuerdo con Animal Político (2017), para el 2015 en
México estaban“casados formalmente 75 mil 443 adolescentes de entre 12 y 17
años, y más de 300 mil vivían en unión libre”. Misma estadística expone que,
dentro de estas cifras, más del 40 por ciento de niñas ya tenían un hijo (Mata,
2019).