LETRINA SEPTIEMBRE Corregido | Page 41

LETRINA Número 8 Septiembre 2016 guardar bolsas llenas de azúcar y calorías en diferentes presentaciones. Y funciona. No sufro de hambre hasta ahora. No puedo dejar de hacerlo: morir de inanición significaría abandonar a Paulina, a su hijo, al trabajo. Y no me lo puedo permitir. No ahora. Mejor hacerlo despacio. Basta una sopa en el microondas y una lata de refresco a esta hora. Me recuesto y hago un repaso de mi vida por si esta vez sí funciona. No hay nada que repasar. Cierro los ojos y disparo justo debajo de mi paladar, en dirección a mi cerebro. Dicen que ésta es la manera más eficaz de morir, la más rápida, pero otra vez nada sucede. La bala atraviesa mi cráneo dejando una chimenea en la cima de mi cabeza. Mis oídos son los únicos que resultan lastimados. La sangre gotea en mis hombros. En un rincón una cucaracha quedó atrapada en una telaraña; sus alas se agitan luchando por escapar de ahí, pero es inútil. Sus alas están inmovilizadas. El insecto parecer morir despacio en la espera de una araña que nunca llega. Me quito los zapatos y el cinturón que me asfixia desde las siete de la mañana. Lo único que quiero es descansar. Un sombrero me sirve para estas ocasiones en donde debo cubrir el agujero en mi cabeza. No puedo llegar a la oficina con una gasa llena de sangre en el cabello. Una multitud marchando al compás de su llanto, detrás de un féretro de caoba pulida, me obliga a detenerme. En cada cuadra que cruza, más y más desconocidos se agregan a la marcha cargados de flores blancas, atuendos negros, el rostro hinchado a punto de reventar. Me uno y también lloro con el primer cigarro del día en la boca. En estos días ya no son necesarias las autopsias: todas las muertes son por vejez, por causas naturales. No hay más. Apresurar la muerte es lo máximo que se puede hacer. O esperar. Aunque algunos sigamos probando suerte. Todos desearían ir en esa caja, cargados por tres hombres de cada lado rumbo al cementerio. Entonces, ¿por qué lloran? De envidia, quizá. Yo lo hago por esa razón. Desearía ser yo a quien carguen, ser ése por el que lloren… Pero, ¿y si desde la primera vez funcionó y en realidad Página 41