LETRINA
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Número 8
Septiembre 2016
¡MANDRIL PEDAZO DE MIERDA! Tienes suerte que no comí de tus
malditas babas ¡PORQUE DE HABERLO HECHO TE SACARÍA UN PUTO OJO
EN ESTE PUTO MOMENTO!
Jessica trató de alejarme de él, los otros dos cocineros se quedaron
viéndolo asustados, inmóviles, impotentes. No hicieron nada. Mientras
Jessica gritaba y yo intentaba callarla, Paco tomó un cuchillo y rasgó
el lado de mi saco, le solté y empezó a girarlo sin ninguna gracia o
destreza especial. Arremetí hacia él tomándole los brazos, le golpeé el
cuello y soltó el cuchillo, luego le lancé un gancho al hígado y estampé
su rostro sobre la mesa de la cocina.
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Escúchame bien, imbécil, donde vuelvas a hacerme una mala jugada
de esas seré YO quien use el cuchillo, y no voy a soltarlo hasta
que esté bien enterrado en tu vientre de puerco enfermo. ¿Está
claro?
No dijo nada, forcejeó un poco.
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¡NICK,
BASTA,
SUÉLTALO!
–gritó
Jessica,
más
molesta
que
preocupada.
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Dije: ¿ESTÁ CLARO?
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Sí Nicky, sí, lo siento. –respondió bastante alterado.
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¡Nada de Nicky! ¡Soy Nick para ti, pendejo! –le dije después
de soltarle y escupirle en el rostro.
Salí por la puerta de la cocina, todos miraban hacia mí con desprecio,
susurrando cosas uno al otro. Incluso Roger movía la cabeza lado a lado
con su cara de mula. Jessica se acercó y me susurró.
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¿Tienes tu auto?
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No.
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Ya terminó mi turno, espérame afuera y compartiremos el taxi.
Caminé hacia la puerta y me despedí de Roger. No contestó y volteó su
rostro hacia sus huevos fritos. La pobre mula vieja de Roger, ojalá le
hubieran hecho lo mismo, a ver qué tal reacciona, pensé. Tomé mi abrigo
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