LETRINA SEPTIEMBRE Corregido | Page 12

LETRINA Número 8 Septiembre 2016 Comencé mis clases de yoga un día lluvioso y con frío. Mis piernas temblaban con los ejercicios y mi cabeza no dejaba de pensar; rompe las cadenas de tu pensamiento y romperás las cadenas de tu cuerpo, repetía el maestro. Las primeras clases intenté imitar a los otros hasta que finalmente encontré mi propio ritmo. Comencé a respirar como Dios manda, era como ser de nuevo un bebe que respira sin angustias, desde el ombligo hasta el pecho. Mi maestro me enseñó algunas técnicas para conciliar el sueño. Ahora practico en casa: me siento en flor de loto, inhalo, exhalo, mi tórax se expande hacia los lados, expulso el aire, vacío los pulmones, continúo respirando, me pongo en postura de bebé, me inclino hacia delante, estiro los brazos, mi frente está en el piso. Por fin he logrado conciliar el sueño. Dos semanas después me recosté en la cama luego de untarme el aceite de lavanda en los lóbulos, pero una respiración me despertó, una respiración igual a la que yo hago cada noche. Estoy soñando, tal vez imagino cosas, pero me callo y la escucho de nuevo. ¿Acaso es mi propio eco? Cinco minutos después se deja de escuchar. Logro dormir después de varias horas. Quizá meditar lleva a un estado fuera de la realidad o produce alucinaciones. Continué los demás días respirando tal como me lo recomendó mi maestro de yoga, sin embargo la o