LETRINA LETRINA #6 Marzo - abril 2013 | Page 21

La avenida Madero, como siempre, estaba llena de basura (gente, gente y más gente). A la vuelta de la esquina, por Salinas & Rocha, estaba tirado un billete que se le cayó a un anciano pensionado, un billete con el espantoso pero artístico rostro de Diego Rivera. La bolsa de su pantalón en ese momento deseó ser un imán, un imán que atrajera papel. Esa bolsa ya estaba cansada de recibir por la mañana solo doce pesos para el transporte público, y por consiguiente a esa hora tener ya solo seis. Pero Ella no lo vio, no vio al muralista mexicano. Ella estaba cruzando la calle. El semáforo cambiaba a verde. Ella estuvo a punto de ser atropellada. Dos autos seminuevos chocaron por su culpa. En el asiento trasero del chevy plata, el llanto de un infante brotaba. Adelante estaba una mujer muerta, estrellada contra el vidrio bañada en sangre. Su marido soltó el volante, tomo una pistola que traía en la cajuela y mató al otro conductor, para después él también suicidarse. El niño de 3 años seguía llorando, ese infante quedaba huérfano, tan desamparado, tan abandonado como Ella. Ella seguía corriendo y por fortuna nunca se enteró de esa historia novelesca. Mientras corría derramó una lágrima espesa, azucarada y negra. Corrió, corrió, y se subió a un camión verde todo destartalado que arrojaba humo al avanzar. Metió su mano a la bolsa derecha, estaba vacía y rota, luego a la bolsa izquierda, ahí tenía los ya esperados seis pesos. Sin verlo a los ojos, dio todas sus monedas al gordo chofer que volteaba a ver su trasero, mientras susurraba grose22