LETRINA LETRINA #3 Septiembre - octubre 2012 | Page 24
Levantó su brazo derecho a la altura de la cabeza y entonces me di cuenta
de lo que tenía en su mano: un arma, un arma que apuntaba hacia su frente.
El pánico se apoderó de mí.
— ¡Bájala! — grité.
— Tú no puedes hacerme esto — susurró.
— Baja el arma, vamos a hablar.
— ¡Cállate!
Una risa diabólica.
— No hagas esa locura, por favor dame esa pistola— no sabía qué hacer.
Se escuchó un estruendo.
Abrí los ojos, no podía ser. La sangre brotó y manchó mi ropa. La miré, me
miraba fijamente. No tenía nada, seguía viva. De pronto sentí un dolor en el
pecho, la bala estaba en mi pecho, en mi corazón.
La soledad se hizo presente.
Siento calor. No, no siento nada…
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LETRINA SEPTIEMBRE - OCTUBRE 2012