por demás errónea que no es consecuencia de las premisas anteriores; una
falacia, se diría en términos de lógica.
Ahora bien, siguiendo un poco el orden de ideas del texto de Bosque,
si bien es cierto que existe una discriminación hacia las mujeres, ¿quién
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nos dice que la solución sea un cambio de la norma lingüística? y, peor aún,
¿saben los partidarios de las guías cuándo es sexista una forma verbal?
Esto lo señala Bosque, y también es algo que se nota mucho a lo largo
de algunos artículos que ya anunciamos al inicio del presente y de otros
más que están en pro de las normas no sexistas, pues parece una insana
confusión la de todos los que son capaces de afirmar que, por ejemplo,
un genérico con marca morfológica masculina sea machista; claro que
hay construcciones plagadas de misoginia, pero muchas dependen de la
intencionalidad del emisor así como de la percepción del receptor, y no de
formas de la lengua que sean en sí machistas; y que, de hecho, ni siquiera
nos hacen sentir excluidas a todas las mujeres.
Aparte, como todas las propuestas para el lenguaje inclusivo son
motivadas por la sensibilidad de quienes defienden a las féminas, porque
así se da a entender en los textos que se oponen a Bosque, no se me ocurre
dónde acabarán las exigencias para hacer visible a la mujer, ya que el
‘pathos’ –término que me permito tomar de la filosofía de Aristóteles–
parece ser el único tipo de argumentación presente entre los discursos en pro
del lenguaje no sexista, y en ausencia total de una argumentación a través
del ‘logos’ –la razón, la inteligencia–, todo se queda en las pasiones, en
apelar a lo afectivo, a la sensibilidad de los hablantes a los que nos quieren
convencer, y quién sabe si las demandas de estas personas terminarán o
quizás nunca serán suficientes y siempre querrán más y más para satisfacer
sus deseos emocionales; el corazón no conoce límites, dicen por ahí.
Sin embargo, los seguidores de estos manuales son reacios, y parece
no importarles siquiera la inminente imposibilidad de llevar a cabo esos
cambios de la lengua más allá de un lenguaje oficial, y, como dice Bosque,
optan por “sacrificar a la naturalidad y a la eficacia” por un supuesto
intento de cambiar a la ciudadanía, hacerla reflexionar y así eliminar sus
ideologías machistas; para mí, quieren obligar al hablante y legislar lo