ESTAMOS JODIDOS
PROSA
ANA KARINA
GUZMÁN BUCIO
28
-¡Estamos jodidos!- dijo alborozadamente Juan,
no sabía si era prudente o no soltar semejante frase el día del funeral, y mucho menos en el lugar
donde se hallaba, la capilla de San Ignacio, pero
sin más la escupió del fondo de su garganta, humedeció sus labios y salió disparado por la ventana.
Había una mujer que observaba atentamente
desde el interior del templo, al parecer de todos los feligreses ella fue la única que percibió
el inicio y la cadencia de aquella exclamación,
cubría su rostro con un pañuelo negro, dejando
entrever únicamente sus ojos negros que suplicaban una explicación por la dolorosa pérdida,
al ver su huída por la ventana salió tras de él
como una sombra furtiva, ya junto a él susurró a su oído: -no estás jodido, estás muerto-.