Lenguas Indígenas en Riesgo. Kiliwas Cantos de Trinidad Ochurte. Primera edición, 2006 | Page 48
Álvarez de Williams menciona que la música se componía, desde tiempos
remotos, de cantos terapéuticos que entonaban los curanderos, canciones de
cuna, canciones para danzar en actos sociales, canciones particulares para
tener suerte en el “peón”, cánticos para los preparativos bélicos, melodías
para preparar a un individuo a que tomara toloache. En la actualidad sólo
sobrevive su música para celebraciones sociales (Álvarez de Williams, 1975:
76).
Según Garduño: Owen, Walstrom y Michelsen registraron un proceso de
reapropiación de la tradición musical, en donde se destaca la figura de Eugenio
Albañez, cantador de las primeras décadas del siglo pasado, quien después
de una larga estancia entre los mohaves transmitió cantos entre los paipais; se
convirtió en el principal cantante y sus canciones empezaron a interpretarse con
mucha frecuencia. Don Trinidad Ochurte reconocía a Eugenio Albañez como
un maestro. Por último, señala que los viejos cantantes de hoy empezaron a
cantar sus canciones y aprendieron a ejecutar el bule a través de sus enseñanzas
(Garduño, 1994: 256).
Anita Álvarez de Williams documenta que anteriormente, en las ceremonias
y danzas, empleaban flautas de caña a distinta escala, no armonizadas. Con este
fondo musical acompañaban a las mujeres cuando cantaban (Aschmann). Otros
instrumentos musicales de aquellos aborígenes eran de percusión, de madera y
de piedra: entre éstos, las maracas (1975: 57).
En su testimonio, María Cleotilde Espinosa Cañedo (1914), de Los Albérchigos,
menciona que los cantos antes eran acompañados por las “música de boca” y
que “ahora todos cantamos con la guitarra; desde chiquita me acuerdo que se
bailaba la Cuadrilla, que es un baile con un bule de sonaja y la música de boca.
Mi hermano tocaba esa música, él era el acompañamiento de los cantos, así
como ahora la guitarra. Antes los del Valle de la Trinidad cantaban, pero esa
música de boca hace mucho que se fue”.
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