Lenguas Indígenas en Riesgo. Kiliwas Cantos de Trinidad Ochurte. Primera edición, 2006 | Page 36

Tenemos muchos cerros, Cerro Rayado, Cerro del Cuervo, Cerro Agua Fría, o las sierritas, como les decimos nosotros, el tepio donde viven los Ramírez y donde también vivieron los kiliwas. Desgraciadamente esas tierras se perdieron para nosotros y hoy estamos aquí más alejados de lo que nos correspondía antes. Cuenta Ramón Espinoza que las mojoneras llegaban mucho más allá de lo que creemos nosotros. Dicen que en el Cerro del Picacho (el Cerro del Cuatro) les tiraban las descargas a los soldados cuando estaban las guerras y que una persona vio un arsenal de rifles viejos; jamás los pudimos encontrar, porque nosotros estamos en la creencia de que si algo mira uno, uno solo lo mira y si va otro ya no lo mira. Hace muchos años, en el Cerro de las Palomas un muchacho vio unas joyas de barro, fue su mamá a buscarlas y no las hallaron, el muchacho dijo que sí, que las vio, y fue a la cueva pero no estaban. Cuentan otra historia de una persona que vivía por aquí; antes de fallecer escondió algo que nadie sabe dónde, dicen que fue un cuero viejo y unas piedras. Contaba también mi tío Braulio que en los cerros está la mujer y el hombre, frente a frente, creo que hacían mucho daño a la gente; son historias, pero puede ser que lo que contaban ellos era cierto. Si ustedes van rumbo al Picacho, el cerro más alto de aquí, con los Ramírez, enfrente hay un indio con su penacho dibujado en piedra, volteando pa’l lado de acá. Ese cerro, cuando truena, es porque algo va a pasar aquí. Nosotros decimos que tiene un toro adentro que está reparando. Son historias que nos cuentan y que muchos creemos y hay que respetarlo.