Lenguaje April 2013 | Page 18

En 1993, el arquitecto británico Tom Wright tomó una servilleta y dibujó unas pocas líneas. “Si puedes dibujar un edificio con pocos trazos y todos pueden reconocerlo, y además, asociarlo con algún lugar de la Tierra, habrás creado un verdadero ícono” y asì mismo fue. La idea básica está relacionada con el yatching, un deporte asociado inmediatamente con la riqueza y el esnobismo.

El Burj-al-Arab domina la zona de Jumeirah, poblada por hoteles cinco estrellas y residencias de lujo. Además, hay playas y posee un complejo Wild Wadi, que desafía el calor del desierto con toboganes acuáticos y grandes pilas de natación. ¿El costo? La cadena Jumeirah, dueña del hotel, no brinda esa información, pero se estima que rondó los US$650 millones.

Construir la isla sobre la cual está ubicado el hotel, consumió tres de los cinco años demandados por la obra. El tema del yatching recompleta con la gigantesca vela realizada en una fibra de vidrio especialmente diseñada para esta obra: dyneon. La tela, cubierta por una capa de teflón, brinda protección de la intensa radiación solar propia del desierto, actúa como un difusor de luz hacia el interior y oculta parte de la estructura de acero y aluminio. Los diseñadores estiman que tiene una vida útil de 50 años. Entre las dos alas de las suites y la tela se encuentra el Atrio, un lobby de 182 metros de altura, considerado como el más alto del mundo, diseñado por la china Khuan Chew.