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Mariposas Los primeros trabajos narrativos de Froylán Turcios( 1874-1943) que hasta hoy se conocen, aparecieron en la revista semanal El Pensamiento, que dirigió él mismo entre 1894 y 1896, y que logró alcanzar ochenta números, ente el 26 de junio de 1894 y el 9 de junio de 1896. A casi una década de que Rubén Darío publicara Azul( 1888), un libro emblemático del modernismo, en el contexto literario hondureño todavía seguía gravitando el romanticismo, y esto resulta notable en los primeros escritos del hondureño. Sin embargo, vale señalar que el poeta, con sólo 20 años de edad, fue capaz de sostener una publicación cultural que salía puntualmente cada semana, y durante tres años, en un país diezmado por las guerras civiles y donde la mayoría de la población apenas sabía leer y escribir. Este ejercicio de animador cultural y de escritor le permitió hacerse un espacio propio en Honduras, pero también conquistar un espacio internacional a través de la relación con otros escritores célebres del momento, como Rubén Darío, Enrique Gómez Carrillo, José María Vargas Vila y tantos otros de América del Sur con los que mantenía correspondencia. En el Turcios romántico de El Pensamiento, poco a poco comenzó a operarse la evolución hacia la estética modernista. Esto resulta percepible en algunas narraciones que luego aparecerán en su primer libro Mariposas( 1896), como“ En el baño”, donde sobresalen varios elementos modernistas: el jardín con sus“ rosales y madreselvas”, el“ espejo veneciano” y el“ mármol” que le sirven a la niña para contemplar su cuerpo. Sin embargo, no cabe duda de que detrás de todo este ordenamiento está presente una clara intención erótica de la que participan la niña, el narrador testigo y Edgardo, que en una lectura paradigmática estos dos últimos pueden responder a un mismo personaje masculino. A la niña, la forma provocativa con que se admira en el espejo, le sustrae todo velo de inocencia; además, la risa a carcajadas que suelta después de contemplarse desnuda, le confiere un carácter perverso, casi diabólico. En cuanto al narrador y Edgardo, ambos asumen una actitud voyeurista; el narrador se demora en los encantos físicos de la niña con una mirada de deseo, próxima a la paidofilia, mientras se sugiere en Edgardo un acto de masturbación. El tratamiento de lo erótico será una de las constantes en los cuentos de Turcios, y lo erótico, precisamente, significó un paso trascendental entre el romanticismo y el modernismo.
Tierra maternal
Desde 1911, el modernismo aristocrático, preciosista y exótico comenzaba a dar signos de cansancio. La década de 1910, señala Hervé le Corre, supuso una época de mucha heterogeneidad, en la cual se manifiesta la preocupación por la búsqueda de « una unidad social y política cimentada por valores nacionales ». Algunos fenómenos que irrumpen en el escenario mundial, como la Revolución Mexicana( 1910) y la Primera Guerra Mundial( 1914-1918), producen no sólo en Europa, sino en todo el mundo, « el sentimiento de“ orfandad”, de cuestionamiento de un modelo ». Una de las direcciones del postmodernismo fue el regreso al ámbito de lo propio, el encuentro del hombre con la vida sencilla de la provincia, el empleo del sencillismo lírico y la adopción de un lenguaje costumbrista. En este sentido, Turcios demostró estar a la altura de su tiempo, cuando en 1911 publica en la Tipografía Nacional de Tegucigalpa Tierra maternal, un libro de cuentos y poemas regionalistas, con los que el poeta evoca la naturaleza de su región y narra algunos relatos que, con una mezcla de supersticiones y violencia, parecen surgir de la tradición oral del contexto en donde se desarrollan: el departamento de Olancho. De los siete relatos de este libro, seis tratan de violaciones y crímenes atroces; sin embargo, destaca una de las narraciones más tiernas escritas por Turcios:“ Soledad”. En este relato, donde el colorido paisaje olanchano se mezcla con el ardiente erotismo de dos jóvenes adolescentes, existe una relación de tipo autobiográfico, según lo señala el mismo Turcios en sus memorias. Tierra maternal sólo significó un alto en el camino, un breve homenaje a su tierra, a sus paisajes y a su gente; luego, con Prosas nuevas, el autor retoma la estética modernista.