Leemos el camino segundo A Los chicos leemos El camino versión 2 B con introd | Page 60
madre una causa imprescindible, necesaria. La maternidad era más hermosa así;
no se debía al azar, ni al capricho un poco absurdo de una cigüeña. Pensó Daniel,
el Mochuelo, que de cuanto sabía de "eso", era esto lo que más le agradaba; el
saberse consecuencia de un gran dolor y la coincidencia de que ese dolor no lo
hubiera esquivado su madre porque deseaba tenerle precisamente a él.
Desde entonces, miró a su madre de otra manera, desde un ángulo más humano
y simple, pero más sincero y estremecido también. Era una sensación extraña la
que le embargaba en su presencia; algo así como si sus pulsos palpitasen al
unísono, uniformemente; una impresión de paralelismo y mutua necesidad.
En lo sucesivo, Daniel, el Mochuelo, siempre que iba a bañarse a la Poza del Inglés,
llevaba un calzoncillo viejo y remendado, como el Moñigo, y se ponía lo de atrás
delante. Y, entonces, pensaba en lo feo que debía ser él nada más nacer, con todo
el cuerpo cubierto de vello y sin ojos, ni orejas, ni narices, ni nada... Sólo una
bocaza enorme y ávida para mamar. "Como un topo", pensaba. Y el primer
estremecimiento
se
transformaba
al
poco
rato
en
una
risa
210
espasmódica contagiosa.
VIII
210
Acompañado de espasmos
60