Leemos el camino segundo A Los chicos leemos El camino versión 2 B con introd | Page 55
postrer 192 intento de evasión tesonero 193 e inútil.
Otras veces, en la Poza del Inglés, pescaban centenares de pececillos que
navegaban en bancos tan numerosos que, frecuentemente, las aguas negreaban
por su abundancia. Bastaba arrojar a la poza una remanga 194 con cualquier cebo
artificial de tonos chillones para atraparlos por docenas. Lo malo fue que, debido
al excesivo número y a la fácil captura, los muchachos empezaron por
subestimarlos y acabaron despreciándolos del todo. Y otro tanto les ocurría con
los ráspanos 195 , las majuelas, las moras y las avellanas silvestres. Cooperaba no
poco a fomentar este desdén 196 el hecho de que don Moisés, el maestro, pusiera
sus preferencias en los escolares que consumían bobamente sus horas libres
recogiendo moras o majuelas para obsequiar con ellas a sus madres. O bien,
pescando jaramugo. Y, por si esto fuera poco, estos mismos rapaces eran los que
al final de curso obtenían diplomas, puntuaciones sobresalientes y menciones
honoríficas. Roque, el Moñigo, Daniel, el Mochuelo, y Germán, el Tiñoso,
sentían hacia ellos un desdén tan hondo por lo menos como el que les inspiraban
las moras, las avellanas silvestres y el jaramugo.
En las tardes calurosas de verano, los tres amigos se bañaban en la Poza del
Inglés. Constituía un placer inigualable sentir la piel en contacto directo con las
aguas, refrescándose. Los tres nadaban a estilo perruno, salpicando y
removiendo las aguas de tal manera que, mientras duraba la inmersión, no se
barruntaba, en cien metros río abajo y otros tantos río arriba, la más
insignificante señal de vida.
Una de estas tardes, mientras secaban sus cuerpecillos, tendidos al sol en el
prado de la Encina, Daniel, el Mochuelo, y Germán, el Tiñoso, se enteraron, al fin,
de lo que significaba tener el vientre seco y de lo que era un aborto. Tenían,
entonces, siete y ocho años, respectivamente, y Roque, el Moñigo, se cubría con
un remendado calzoncillo con lo de atrás delante y el Mochuelo y el Tiñoso se
bañaban en cueros vivos porque todavía no les había nacido la vergüenza. Fue
Roque, el Moñigo, quien se la despertó y aquella misma tarde
192 Postrer: Situado en lo más remoto o lejano
193 Tesonero: Dicho de una persona : Que tiene tesón o constancia
Remanga: Arte para la pesca
Ráspano: Arándano
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Desdén:Indiferencia y despego que denotan menosprecio .
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