Leemos el camino segundo A Los chicos leemos El camino versión 2 B con introd | Page 47
mayor, guiada por su frustrado 179 instinto maternal en el que envolvía a todo el
pueblo, decidió intervenir en el asunto, por más que el asunto ni le iba ni le venía.
Mas la Guindilla mayor era muy aficionada a entrometerse donde nadie la
llamaba. Entendía que su desmedido interés por el prójimo lo dictaba su
ferviente anhelo de caridad, su alto sentido de la fraternidad cristiana, cuando
lo cierto era que la Guindilla mayor utilizaba esta treta para poder husmear en
todas partes bajo un rebozo, poco convincente, de prudencia y discreción.
Una tarde, estando Andrés, "el hombre que de perfil no se le ve", afanando en
su cuchitril, le sorprendió la llegada de doña Lola, la Guindilla.
—Zapatero —dijo, apenas estuvo ante él—, ¿cómo tiene usted al chiquillo con
esas calvas?
El zapatero no perdió la compostura ni apartó la vista de su tarea.
—Déjele estar, señora —respondió—. A la vuelta de cien años ni se le notarán las
calvas.
Los grillos, los verderones y los jilgueros armaban una algarabía espantosa y la
Guindilla y el zapatero habían de entenderse a gritos.
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Privar a alguien de lo que esperaba.
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