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CAPÍTULO IV
Las cosas pasaron en su momento y, ahora, Daniel, el Mochuelo, las recordaba
con fruición 92 . Su padre, el quesero, pensó un nombre antes de tener un hijo;
tenía un nombre y le arropaba y le mimaba y era ya, casi, como tener un hijo.
Luego, más tarde, nació Daniel.
Daniel, el Mochuelo, evocaba 93 sus primeros pasos por la vida. Su padre emanaba
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un penetrante olor, era como un gigantesco queso, blando, blanco, pesadote.
Pero, Daniel, el Mochuelo, se gozaba en aquel olor que impregnaba a su padre y
que le inundaba a él, cuando, en las noches de invierno, frente a la chimenea,
acariciándole, le contaba la historia de su nombre.
El quesero había querido un hijo antes que nada para poder llamarle Daniel. Y se
lo decía a él, al Mochuelo, cuando apenas contaba tres años y manosear su
cuerpecillo carnoso y rechoncho equivalía a prolongar la cotidiana faena en el
entremijo.
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fruición: Goce muy vivo en el bien que alguien posee.
Evocar: Recordar algo o a alguien, o traerlos a la memoria.
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Emanar: Proceder, derivar, traer origen y principio de algo de cuya sustancia se participa.
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