Leemos el camino segundo A Los chicos leemos El camino versión 2 B con introd | Page 202
entre la maleza. Las cosas adquirían precisión en derredor; definían,
paulatinamente, sus volúmenes, sus tonalidades y sus contrastes. El valle
despertaba al nuevo día con una fruición 703 aromática y vegetal. Los olores se
intensificaban, cobraban densidad y consistencia en la atmósfera circundante,
reposada y queda 704 .
Entonces se dio cuenta Daniel, el Mochuelo, de que no había pegado un ojo en
toda la noche. De que la pequeña y próxima historia del valle se reconstruía en
su mente con un sorprendente lujo de pormenores. Lanzó su mirada a través de
la ventana y la posó en la bravía y aguda cresta del Pico Rando. Sintió entonces
que la vitalidad del valle le penetraba desordenada e íntegra y que él entregaba
la suya al valle en un vehemente deseo de fusión, de compenetración íntima y
total. Se daban uno al otro en un enfervorizado anhelo de mutua protección, y
Daniel, el Mochuelo, comprendía que dos cosas no deben separarse nunca cuando
han logrado hacerse la una al modo y medida de la otra.
No obstante, el convencimiento de una inmediata separación le desasosegaba 705 ,
aliviando la fatiga de sus párpados. Dentro de dos horas, quizá menos, él diría
adiós al valle, se subiría en un tren y escaparía a la ciudad lejana para empezar a
progresar. Y sentía que su marcha hubiera de hacerse ahora, precisamente ahora
que el valle se endulzaba con la suave melancolía del otoño y que a Cuco, el
factor 706 , acaban de uniformarle con una espléndida gorra roja. Los grandes
cambios rara vez resultan oportunos y consecuentes con nuestro particular
estado de ánimo.
plumaje verde y manchas amarillentas en las remeras principales.
703
'Goce o placer intensos'
704
Quieta
705
Preocupaba, inquietaba
706
cartero
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